jueves, 24 de junio de 2010

Extracto 001 [BioChip]

-Vamos, Evalise. Estás exagerando demasiado la situación -dijo Irik entre risas despreocupadas.- Saldremos adel...
-¿Qué prefieres? -le pregunté cortante y hastiada, sorprendiéndole. -¿Callarte o que te calle?
Su perplejidad duró un segundo. Acto seguido, dibujó una sonrisa de medio lado, porque sabía que era mi punto débil, y depositó su centelleante mirada esmeralda en mis labios.
-Depende del arma que utilices -respondió lascivamente.
Entonces, fui yo la que sonrió, pero con suficiencia. Me acerqué con pasos felinos, y acerqué mi rostro al suyo, agarrándome a su cuello como si un paso de tango se tratase. La distancia que marqué entre nuestros labios fue la suficiente como para notar su respiración.
-¿De verdad quisieras que lo hiciera yo? -canturreé.
Las luces titilantes de los rascacielos, reflectaron con el principio de la hoja de una de las ninjatos que llevaba a la espalda y que dejé entrever con el brazo que dejé libre. Sus ojos la observaron de reojo. Entonces, hablé.
-Ten cuidado, porque mis labios son un arma de doble filo.

lunes, 21 de junio de 2010

Te cortaron las alas, pajarito


Paso la hoja de papel, entre pensamiento y pensamiento.
Una suma, una resta...
Programa bucles, haz conexiones....





Y yo la única que quiero hacer es la de la realidad, aquella que me mantiene cerca de los mios.






Pero ni para eso soy libre... hasta nuevo aviso.

martes, 15 de junio de 2010

Oro en una copa

-Icarus, despliega las persianas -le mando al ordenador de mi casa domótica, a pesar de que los primeros rayos del abrasante sol aún no han salido de su escondite en el horizonte que no logro ver por los rascacielos de la ciudad.
-Desplegando persianas. Temperatura exterior: 42º. Riesgo de insolación: escaso -me responde su agradable voz femenina.
Me acerco descalza al amplio ventanal, apoyo la frente en el cristal enfriado por la climatización de mi apartamento y suspiro al sentir el frío en la piel. Ni siquiera me preocupo de retirar el flequillo, no me importa. Después me ducharé y se atusará sólo. Primero apoyo una mano, luego la otra, y es cuando decido cerrar los ojos, escuchando el tráfico siseante y los sonidos intermitentes de la ciudad.
Entonces, escucho lo que de verdad me calma y, a la vez, altera mis sentidos.
-Buenos días, princesa -me dice mi novio al oído.
-Ya sabes que de princesa tengo poco -me mofo con suficiencia, mientras me doy la vuelta para abrazarle el cuello y presionar mis labios suavemente con los suyos. Aún saben al champagne de la noche anterior.
Breve y sutilmente, me relamo los labios, y le dedico una sonrisa pícara, recondándole la diversión de hace unas horas. Mientras tanto, enredo mis dedos en su maraña de pelo oscuro, centrándome en depositar mis ojos verdes en los suyos azabache. Son tan hipnotizantes que casi podría decirse que es mi punto débil.
-Pelirroja, ninguno de los dos aquí hemos sido demasiado buenos como para ganarnos nuestro sitio en el cielo.
Ambos reímos, sin poder evitarlo. Quizás aún nos dura la ebriedad causada por las copas de oro que nos estimularon hacía unas horas. Día a día, soportábamos demasiada tensión batallando contra las máquinas, fuera de las ciudades altamente protegidas por soldados como nosotros. La noche y estos momentos escasean, así que no había que desaprovechar las oportunidades de relax para olvidarnos del trabajo.
-Por desgracia, ya está amaneciendo, y en breve tendremos que volver al trabajo -insinua con una media sonrisa.
Aunque todo mi ser quiere volver a revivir los momentos pasados, y a hervir el champagne que nos queda en las venas, sé que hoy no podemos hacerlo, porque es el Día del Juicio final, y los sonidos intermitentes de la ciudad, no son sólo por los aerobuses o las cambiantes pantallas publicitarias, o cualquier otro artilugio tecnológico. No.
Ahora son las máquinas asesinas que amenazan con entrar en la ciudad, las mismas contra las que están luchando ahora mismo nuestros amigos en la férrea muralla que la protege mientras nosotros nadamos en un dorado mar de ensueño. Un lugar que termina en el amanecer.
Y hoy, desgraciadamente, hemos tenido que atajar.
-Cielo, -le digo con un hilo de voz mientras acaricio su mejilla- deberemos esperar a otra noche.
Apenas me sale la voz porque los dos tememos que, probablemente, hoy será cuando perezcamos luchando en las filas. Por eso esta noche ha sido distinta a las demás: más intensa, más pasional, más placentera.
Él la toma, y no la aparta de la cara. No he tratado de ocultar mi miedo y lo ha notado, como era de esperar. Quiere que me sienta cerca de él en todo momento.
-Claro que la habrá -dice con una tranquilizadora firmeza. Entonces, entrecierra los ojos y agranda su sonrisa. -He comprado muchas botellas de champagne.
Ni en los momentos más difíciles perece.
A eso es lo que yo llamo fuerza de voluntad, una defensa tan férrea como las paredes que nos protegen de todo mal, aqui, en el dormitorio de mi apartamento, donde aún saboreo las últimas motas del alcohol de los ricos.

lunes, 14 de junio de 2010

La balanza

Son las 09:58 am. Lo sé porque tengo programada la alarma del móvil para que suene a las 09:50 am, pero estoy tan cansada que apenas puedo abrir los ojos y la insistente música MIDI no me ayuda a despertarme.
Y tampoco quiero hacerlo, ¿por qué?
Porque hoy he vuelto a soñar contigo, mi ángel, mi otra cara de la moneda. Yo sigo siendo el Yang, y tu el Yin que equilibra la balanza, ambos en una nube donde bailamos el vals del placer, nadando entre suaves sábanas de seda ribeteada con satén. Blancas, todas blancas, como el espacio inmaculado que nos rodea, donde yo soy la mota de color, un rojo granate que absorbe la energía, que cumple a raja tabla los Siete pecados capitales. En este momento, la lujuria, y no hay mayor satisfacción que cumplirla contigo.
Y es extraño, porque siempre apareces tú, y ella no es partidaria de la monogamia.
Tú has cambiado algo en mí, como yo lo he cambiado en ti, porque la balanza siempre ha de estar equilibrada.
En este sueño soy un súcubo que se adueña de tu cuerpo, que te lo quita poco a poco sin que te des cuenta mientras suspiras dulzura en mi oído, como cuando me quitas la ropa al son de mis risas causadas por tus caricias, que me ciegan dejándome febril y a tu disposición, deseosa de yacer en este sueño contigo, de rozar cada célula de tu piel. ¿Cómo voy a querer despertarme?
Pero cada mañana, cuando el despertador suena, vuelvo a la realidad donde pienso con una triste sonrisa:
-Los sueños, sueños son.

sábado, 12 de junio de 2010

Y el tiempo pasa



Háblale de un segundo al motorista que quedó en segundo puesto.
Háblale de un minuto al microondas que quemó la comida.
Háblale de una hora a la madre que dio a luz.
Háblale de un día al estudiante antes de un examen.
Háblale de una semana a los viajeros que preparan su viaje.
Háblale de un mes a los amados que acaban de reencontrarse.

Y háblale de un año a este blog que tenía abandonado.


Hola, de nuevo :)